Desde las primeras horas del día de hoy, martes 10 de enero, todos los canales de noticias de la televisión se dedican exclusivamente al operativo realizado en plaza Miserere para erradicar a los Manteros.
Los comentarios genuinos, espontáneos que escuché personalmente en mi entorno, compañeros de trabajo, amigos del café y jóvenes allegados familiares, manifiestan en su mayoría el apoyo a la medida, infieren rápidamente que es una actividad ilegal y está bien que los retiren con la fuerza pública, tienen razón los ciudadanos comunes cuando sostienen que vender en la vía pública mercadería de dudoso origen, compitiendo de manera desleal con los comerciantes que pagan impuestos está mal!, por eso respaldan que el Estado en su decisión de enviar 200 policías y sacarlos.
Generalmente los medios en las primeras horas de tratamiento periodístico le ponen el micrófono a los actores, en este caso manteros y funcionarios menores. Suele suceder, espero que este también sea el caso, que luego tenemos la posibilidad de escuchar en algunos programas que intentan abordar seriamente los temas convocando a especialistas o personas que han estudiado profundamente el fenómeno delictivo y nos ayudan a ampliar el espectro de análisis, nos facilitan ver el bosque del que el árbol es solo un elemento.
Muchos son los productos que los revendedores del espacio público ofrecen a los transeúntes en puntos estratégicos como por ejemplo la Estación de Once, ¿quiénes le proveen los artículos truchos?, ¿dónde se fabrican las medias, bóxer, gorras con marcas apócrifas?, ¿cómo se obtienen las lapiceras, golosinas, artículos electrónicos, etc.?
Los manteros pretenden ganar dinero para sostener sus vidas, sus familias, quizá a alguno le va mucho mejor con esta actividad que trabajando en blanco como mozo en el café de la esquina de la misma plaza, pero cuando suceden estas acciones de parte del Estado, dirigidas exclusivamente al último eslabón de una cadena delictiva gigantesca que incluye: importación ilegal, contrabando, violación a la ley de marcas, talleres clandestinos, piratas del asfalto, trata de inmigrantes ilegales, etc. etc., cuando esto sucede recuerdo la metáfora de Manuel Martín, Master catalán en Seguridad Ciudadana, cuando nos hacía imaginar a un enorme llamador de ángeles, esos adornos que se cuelgan desde un solo hilo y a modo de ramillete se van desplegando muchos elementos a distintos niveles y suenan con el movimiento del aire.
Los manteros son los últimos elementos de un inmenso entramado delictivo que solo puede concretarse con la participación de altos funcionarios de distintos organismos de control como Gendarmería, Policía, Aduana, Migraciones, Inspectores Municipales Provinciales y Nacionales de distintos Organismos de Control.
El Estado sabe que si corta el hilo bien arriba, donde están los grandes recaudadores con poderosos contactos e influencias, la organización delictiva se desploma de manera similar a un llamador de ángeles cuando se corta el hilo en su punto más alto.
Para abordar bien un fenómeno delictivo hay que conocer su origen, hacer inteligencia criminal en una red tan expuesta y notoria para dar con los peces gordos y los eslabones principales de la organización, es una tarea simple, Gustavo Vera lo ha demostrado, logró que la marca “CHEEKY”, propiedad de Juliana Awada, quede desenmascarada en su modalidad de talleres clandestinos para fabricar su ropa, pero, en CAMBIO, el gobierno decide generar una reacción periodística masiva para concentrar la atención del país en una acción conducida solo a los perejiles del sistema, los manteros, lo que de acuerdo a los pocos comentarios que he escuchado de ciudadanos comunes y periodistas de opinión espasmódica, parece darle buen resultado al gobierno en materia de Opinión Pública.
Como dice mi admirado Dolina… “la ignorancia es rápida”… espero que los medios periodísticos serios convoquen a estudiosos honestos del tema y ayuden a los ciudadanos a razonar analíticamente, lentamente, paso a paso, sobre que deberían hacer los gobernantes si realmente quisieran resolver el fenómeno de la venta ambulante ilegal.
Por Juan Balois Pardo.