Los padres y los profesores ya no trabajan juntos en la educación de los niños y jóvenes

7599

Pensar la crisis de la educación en Caleta Olivia y en la provincia de Santa Cruz, no se agota en el análisis del conflicto cuasi permanente entre los docentes y el gobierno de Alicia Kirchner, tratando de demostrar quien tiene más poder.

Una de las problemáticas a abordar por el Consejo Provincial de Educación en forma urgente es la relación entre padres y docentes que se ha deteriorado en los últimos tiempos al igual que en el resto de nuestro país y por qué no del mundo.

Este  tema forma parte de un comportamiento social que se traslada también a la escuela: la  falta de respeto a las normas de convivencia en distintos ámbitos y la disputa de competencias entre un profesional (el docente) y otros adultos.

En estos casos, los especialistas señalan que suele tratarse de casos en los que los hijos tienen mayor control sobre sus padres, con la consecuente pérdida de autoridad de estos últimos;  lo que provoca que los adultos se vuelvan incapaces a la hora de visualizar errores o acciones incorrectas de los niños y jóvenes y entonces acuden a la escuela a reclamar hasta las más mínima situación cuando esta no conforma a los niños, adolescentes y/o jóvenes y/o  se sienten ofendidos por sus docentes o directivos.

Nora Salgado, Directora de la Escuela N°1 de Liniers (CABA),  le contó al diario La Nación que «Esto comenzó a verse estos últimos diez años. Antes veían a un maestro con su guardapolvo blanco y lo respetaban. Ahora se olvidan que están frente a un profesional». Para Salgado, se rompió la alianza entre el docente y los padres. «Vengo de una generación en la que los padres eran aliados de los docentes en la educación de sus hijos. Hoy eso se ve cada vez menos”. Esto sucede porque «en la escuela aún existen normas de convivencia y cierta disciplina y a los padres cada vez les cuesta más tener autoridad frente a sus hijos. Es muy común escucharlos decir que ya no saben qué hacer con ellos. Entonces esperan que la escuela resuelva todo».

Raúl Sánchez Albertti, Secretario General del Sindicato de Educadores de Buenos Aires, demanda que el Estado entienda, comprenda y articule las relaciones con la familia. «Hoy los docentes nos encontramos muy desprotegidos porque no existen políticas públicas que definan la articulación entre la institución escolar y la comunidad»

Situaciones más extremas llevaron a varias provincias -entre ellas Buenos Aires y Mendoza- a debatir  y aprobar leyes para resguardar la seguridad de los docentes.

Andrea Bruzos, Subsecretaria de Coordinación y Equidad Educativa del GCBA, destaca: «la escuela es una caja de resonancia de lo que pasa afuera y nosotros creemos que no se debe romper el lazo de la escuela con la familia». Además, agrega que «siempre sugerimos a los padres que hablen su problema en la escuela y si es necesario que sigan los canales institucionales. Para eso contamos también con equipos de convivencia saludable, que están a disposición de todas las escuelas».

La funcionaria reconoce que «en muchos casos los padres no quieren escuchar la explicación que la escuela tiene para dar ni su descargo, lo que hace más complejo abordar el problema», y añade que «en general, las quejas de los padres no provienen por temas estrictamente educativos, como la enseñanza de lengua o matemáticas, sino por los límites que marca la escuela. Muchos se enojan cuando el docente apercibe oralmente a su hijo porque no les gusta, pero deben respetar los roles».

Pero este parece ser que nos una problemática que afecta solo a la Argentina, los especialistas internacionales también están preocupados por esta forma de relación que se está dando entre padres y docentes:

Massimo Recalcati (psicoanalista, ensayista y profesor italiano. Milán, 1959) se le considera en Italia una especie de rock star del psicoanálisis. En La hora de clase, que acaba de publicar Anagrama (España), reflexiona sobre el papel de la educación en una sociedad en la que se ha diluido la autoridad paterna y, por extensión, la del profesor.

Entrevistado por Olga San Martín para el diario El Mundo de Madrid; sostiene que “A diferencia de lo que ocurría en la generación del 68, los jóvenes ya no tienen que rebelarse contra sus progenitores -ni matar, como Edipo, al padre- porque los tienen a su lado, convertidos en compañeros de juegos”. «El maestro está cada vez más solo y humillado», sostiene Recalcati, que reivindica la figura del docente que despierta en el alumno la pasión por el conocimiento.

EM: ¿En qué se diferencia el maestro actual del de generaciones anteriores?

MR: El hecho novedoso es que se ha roto el pacto generacional y esto ha incidido en el discurso educativo. Los padres y los profesores ya no trabajan juntos en la educación de los jóvenes. Los padres más bien son los aliados de los hijos contra los profesores. Es un cambio inaudito: los padres, en vez de apoyar el trabajo de los profesores, se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos. Para Freud existía un vínculo espiritual entre padres y docentes. Hoy, este vínculo se ha deshecho. Cuando un profesor asume la responsabilidad de suspender a un alumno o iniciar un procedimiento disciplinario, las familias lo miran con sospecha. Se preguntan: ¿No estará abusando de su posición de poder? ¿No estará infravalorando la calidad de nuestro hijo?

EM: ¿Qué opina de la huelga contra los deberes que han promovido en España varias asociaciones de padres?

MR: Es el signo de esa ruptura: reivindicar la libertad de los hijos significa negar la función educativa de la escuela. Es un viento anti-institucional que atraviesa nuestro tiempo. Descalificar la escuela es descalificar la dimensión colectiva de la vida. El niño es el rey de la familia; todo debe ser sometido a sus exigencias. Es una metamorfosis antropológica; ya no es el hijo el que tiene que hacer cuentas con la realidad, sino que es la realidad la que tiene que plasmarse según el capricho del hijo.

EM: ¿Cómo puede el profesor, cuando está sistemáticamente cuestionado, incentivar las ganas de aprender de sus estudiantes?

MR: Hay una profunda soledad del profesor. Ya no son los estudiantes los que esperan en fila a ser triturados por el sistema, como contaba The Wall de Pink Floyd. ¡Ahora son los profesores los que son consumidos por el dispositivo escolástico! La única forma de resistir es no perder el deseo por lo que se enseña. Y hacer equipo con otros profesores, para sentirse menos solo.

España tendrá otra ley educativa. La Lomce apenas habla de los docentes. ¿Ayudaría para darles más reconocimiento que la nueva norma contemplara incentivos económicos para los mejores maestros?

En Italia la humillación económica y social de los profesores ha llegado al límite en el ventenio berlusconiano. El ministro de Economía ha dicho que la cultura no se come. Un país que no tiene sentido del futuro, que no piensa a largo plazo, no invierte en su escuela ni en sus profesores. Invertir en la escuela es invertir en el futuro.

EM: En su libro dice que los estudiantes de hoy quieren ser autónomos, pero la «crisis estructural del sistema capitalista» les provoca «una dependencia sintomática». Antes era más fácil porque, si estudiaban y se esforzaban, era muy probable que prosperaran en la vida. Ahora esa premisa ya no sirve.

MR: La cultura es la única vacuna que puede salvar la vida de nuestros hijos frente al riesgo de la disipación y la violencia. Lo decía Pasolini al inicio de los 70: es el vacío de cultura el que genera el deseo de la muerte. La droga, el alcohol, la violencia, la dependencia de internet, el aislamiento, la anorexia… son manifestaciones de este vacío. Ésta debería ser la primera función preventiva de la escuela: donde hay cultura hay deseo de vida y no de muerte.

EM: ¿Hay aprendizaje sin esfuerzo?

MR: No. El aprendizaje no es Twitter. Exige el largo tiempo del pensamiento. En el estudio se necesita constancia, dedicación, empeño. Y, sin embargo, la belleza del estudio consiste en la experiencia de la constante apertura a nuevos mundos. Se da una emoción en el aprender. El buen profesor no considera al alumno como una cabeza vacía que hay que llenar, sino como un fuego que hay que encender.

EM: ¿Cuál es el sentido de la verdad en un mundo en el que un hombre que miente llega a presidente de EEUU?

MR: La línea Berlusconi-Trump es sintomática de la declinación perversa del poder en la edad hipermoderna. En la perversión ya no hay ideales, razones, impulso colectivo, valores… La única forma posible de la ley es la ausencia de la ley. Trump puede mentir sin pudor porque, al no tener ninguna relación con la realidad, no tiene sentido de culpa frente a sus propias mentiras.

EM: Explica en su libro que la crisis de la escuela ha coincidido con la crisis de la palabra.

MR: Hoy todo el mundo habla demasiado. Pero pocos asumen las consecuencias de sus palabras. La palabra circula vaciada de su significado. La cultura restituye dignidad a la palabra, custodia su secreto y su fuerza.

EM: ¿Qué consecuencia va a tener la pérdida de las Humanidades en la escuela?

MR: Uno de los síntomas más evidentes de la escuela contemporánea es que ha subordinado la propia lengua y sus raíces humanísticas al lenguaje economicista empresarial. El mito de la producción y del rendimiento proyecta su sombra sobre nuestra escuela. ¿No debería ser precisamente la escuela la que permita un tiempo improductivo que sea fecundo? ¿No es el colegio el lugar donde se puede dedicar toda una tarde a estudiar y leer juntos una poesía, donde el tiempo se emancipe de la pesadilla de la productividad?

EM: ¿Para qué sirve aprender de memoria?

MR: Yo pensaba, cuando era joven e indisciplinado, que no servía para nada. En cambio, Daniel Pennac (Escritor y  novelista Francés; Casablanca 1944)  subraya un aspecto de la memorización que yo había descuidado. Se trata de sumergir a nuestros hijos en el gran río del lenguaje. Es una experiencia de recuperación de nuestra procedencia. Por eso siempre escucho, con una mezcla de envidia y admiración, a amigos que en nuestras fiestas recitan poesías que aprendieron de memoria siendo niños…

EM: ¿Qué explicación psicoanalítica encuentra en el hecho de que usted, al igual que Pennac, fuera un mal estudiante y, en cambio, se haya convertido con los años en un ferviente defensor de la importancia de la escuela?

MR: Generalmente, los psicoanalistas se ocupan de causas perdidas porque lo han sido ellos previamente. Saben, por lo tanto, bastante bien qué significa ser una causa perdida. Sólo por este motivo pueden ayudar a las personas que se han perdido a volver a empezar. Gran parte de nuestra vida está determinada por los encuentros que tenemos. Yo he tenido algunos malos encuentros al inicio de mi vida. Pero también buenos encuentros. Aquellos que han sabido dejar huella realmente. ¿No es acaso éste el significado más precioso de enseñar, dejar huella en quién aprende?

Por: Carlos Norberto C. GOMEZ

Fuentes:

Diario el Mundo. http://www.elmundo.es/sociedad/2017/01/04/58654955e5fdea7d2f8b45a1.html

Diario La Nación http://www.lanacion.com.ar/1937721-papis-insoportables-la-nueva-pesadilla-de-los-docentes

Comentarios

comentar