Siguen las repercusiones por la visita del intendente Facundo Prades a la sesión pasada del Concejo Deliberante. El hecho es marcado como «histórico» por diversos sectores políticos, y consideran que la concurrencia de un Intendente al poder legislativo comunal fue «un gran paso» y un acontecimiento histórico en la ciudad.
Doctor Figueroa, ante la comparecencia del intendente Prades al Concejo Deliberante, ¿qué opina de esa acción?
Bueno, creo que por estas horas, la noticia, el rumor, el ruido político, el hecho concreto de “las formas” en las que se dio esa convocatoria, no nos está permitiendo valorar cualitativamente el hecho político e institucional que significó que un Intendente concurra al seno del otro poder, para hablar de temas vinculados a su gobierno.
Creo, que más allá de las estrategias y las formas –todas discutibles pero en a su tiempo-, se dio un gran paso –por voluntad del Poder Ejecutivo- para que se puedan ir pensando las herramientas legales para regular este tipo de requisitorias, dentro del marco normativo que hoy no tiene.
¿Cree que la interpelación fue dada en sus formas correctas?
En primer lugar, no debemos hablar de “interpelación”, pues, tal como te lo dije recién, no existe esa figura en ningún cuerpo normativo con el que se pueda obligar al Intendente o a un Secretario a presentarse para ser sometido a una “indagatoria legislativa”, si es que la puedo llamar de esa forma.
Ahora, en cuanto al otro sentido que entiendo, querés darle a la pregunta, sobre si se dio en forma correcta; debo decir, que no es el objeto de análisis que más debe importarnos. A falta de ley que obligue, lo del Intendente Prades por el solo hecho de concurrir, fue un gesto que deja mucho más de lo que se ve.
Ahora, en cuanto a la forma en que se “desarrolló” esa reunión, requisitoria, indagatoria o pedido de explicaciones; es un capítulo aparte. Yo vi, en lo previo, una serie de planteos y dudas tiradas a la sociedad, que motivaron el “llamado” y, lógicamente, nadie puede esperar que el intendente concurriera con las manos vacías a un lugar en donde lo convertirían en el plato principal de la jornada.
Creo que jugaron las estrategias; el Intendente tuvo una estrategia muy a su estilo, y los concejales, no tuvieron estrategia o la estrategia fue mala.
¿Le satisfizo la respuesta de Prades, o piensa que debería haber contestado preguntas, como dicen los concejales opositores?
Mirá, aun sin un método legal para llevar adelante éste tipo de actos indagatorios, entiendo que con la convocatoria se le hace llegar al convocado, una serie de temas y preguntas o un tema y preguntas que deberá evacuar; con lo cual, la oportunidad de formular esas preguntas, en términos estrictos, ya había pasado.
En cuanto a si me satisfizo o no, en verdad no eran mis dudas las que se plantearon en el objeto del llamado, sino la de los concejales; las que muchas veces pueden coincidir con la necesidad de saber de la sociedad y otras veces con las necesidades políticas de los concejales que las plantean.
¿Considera que éste fue un hecho histórico?
Sin ningún lugar a dudas, fue un acontecimiento histórico. Yo no recuerdo que en nuestro territorio haya acudido un Intendente al Concejo Deliberante en las condiciones y por los hechos que se lo cito a Facundo Prades, y mucho menos por hechos graves de los que nuestra provincia tiene para pesar por toneladas, o para medir por leguas.
Por eso te digo; el ruido político, no nos está permitiendo dimensionar lo que el solo hecho de la concurrencia significó o debe significar para la democracia. Y lo peor, es que siento que muchos se lamentan de no haber podido armar con ello, un circo romano.
Claro que hubieron expresiones fuertes, no lo voy a negar; pero la convocatoria era fuerte y cuando uno llama fuerte, tiene que esperar que el otro venga con la misma impronta; si alguien esperaba que el intendente llegara a sentarse como un pollo mojado, es porque lo subestimo demasiado o por qué no lo conoce nada a Facundo Prades.
Recordemos que usted, cuando fue funcionario del Ejecutivo, también hubo de ser citado a comparecer ante el Concejo Deliberabte; y precisamente era Prades, como concejal, quien lo promovió. ¿Cómo ve entonces este hecho de ahora comparado con lo que ocurrió en aquella época?
Justamente, ves, yo lo conozco bastante. (se ríe) Bueno, si bien la situación legal era idéntica, la decisión de concurrir o no, no dependía de mi, sino a una estrategia de Gobierno de contestar o no, de concurrir o no, y quizá concurrir era visto como una forma de debilidad; los tiempos están cambiando afortunadamente.
En aquellos días, no se conocía un solo caso de alguien que haya concurrido a un requerimiento de éstos; no existían reglas como ahora; concurrir era posiblemente para que algún concejal se salvara el año con tu cuero.
Recuerdo que los diarios decían: No concurrió a la interpelación! Y colocaban la foto de una silla vacía! (se ríe). A mí me hubiera gustado mucho ir, lo necesitaba. En aquellos días los debates entre el Concejal Prades y yo eran fuertes, muy fuertes; no había lugar para tres ni muchos dispuestos a sumarse. Por eso es también que hoy valoro que haya ido a un lugar a donde él quería llevarme hace años atrás; hubiera sido un contrasentido que no vaya, y una desilusión, lógicamente.
Ahora, si lo que queres preguntarme es mas enroscado; tal como saber si guardo rencor con esas situaciones o algo por el estilo, te digo que no, para nada. No sé si es por mi profesión o por que le dedique gran parte de mi vida a la vida política, pero me acostumbré a no hacer personales las diferencias políticas, más cuando se trata de cuestiones del momento.
Si la discusión se da con relativa altura, las partes pueden luego hablar por teléfono o juntarse a tomar un café, tal como le he hecho en Caleta Olivia o en Las Heras y en tantos otros lugares; el problema es cuando se llega –por torpeza, malos genes, mala formación o mala memoria- a lugares de los que después no se puede regresar. No creo que ese haya sido el caso con Facundo Prades.