El Gobierno Provincial saludó a los periodistas en su día, con una reflexión sobre la actualidad de las prácticas informativas

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Para el 7 de junio, la Secretaría de Estado de Comunicación Pública y Medios, distribuyó entre los periodistas un texto publicado por Ignacio Ramonet en 1995. Para la cartera provincial, el periodista francés “escribió en 1995 un artículo que sigue siendo sorprendentemente relevante”. Asegura que “informarse cansa y es a este precio al que el ciudadano adquiere el derecho a participar inteligentemente en la vida democrática”.

El Gobierno de la Provincia de Santa cruz saludó a los periodistas en su día. Para ello, eligió compartir un artículo publicado la edición número 1 de “Le mond diplomatic en español”, del mes de noviembre de 1995. Para los funcionarios del área de Comunicación Pública del gobierno, “en un contexto mediático dominado por la televisión, Ignacio Ramonet escribió en 1995 un artículo que sigue siendo sorprendentemente relevante”.

Las autoridades provinciales reflexionaron que “en aquella época, las redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter aún no existían, y la televisión era el medio de comunicación preponderante. Sin embargo, las reflexiones y críticas de Ramonet hacia el sistema de medios, pueden trasladarse fácilmente a la función que hoy cumplen las redes sociales e internet, en general, en el consumo masivo de noticias”.

El Gobierno propone, “en un tiempo como el que vivimos, reflexionar sobre el poder de la realidad y la verdad”. Sostiene que “se impone como condición excluyente para informarnos con responsabilidad y sostener la democracia. Este compromiso debe ser compartido no solo por los trabajadores de prensa, sino también por toda la sociedad, donde informarse debe ser un derecho y una obligación democrática”.

Ramonet afirmó, en 1995, que “información y comunicación tienden a confundirse. Demasiados periodistas siguen creyendo que son los únicos que producen información, cuando toda la sociedad se ha puesto frenéticamente a hacer lo mismo. No existe prácticamente institución (administrativa, militar, económica, cultural, social, etc.), que no se haya dotado de un servicio de comunicación que emite -sobre ella misma y sus actividades- un discurso pletórico y elogioso. A este respecto, todo el sistema en las democracias catódicas se ha vuelto astuto e inteligente, capaz de manipular sabiamente los medios y de resistirse a su curiosidad. Ahora sabemos que la “censura democrática” existe”.